Quijote de la Mancha En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme 5no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero 6adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escribenaunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quijano. Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad. Y también cuando leía: los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza No estaba muy bien con las heridas que don Belianís daba y recibía, porque se imaginaba que por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales. Pero con todo alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma, y dalle fin al pie de la letra como allí se promete: y sin duda alguna lo hiciera y aun saliera con ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran. Decía él que el Cid Rui Díaz había sido muy buen caballero; pero que no tenía que ver con el caballero de la Ardiente Espada, que de sólo un revés había partido por medio dos fieros y descomunales gigantes. Diera él por dar una mano de coces al traidor de Galalón 13al ama que tenía y aun a su sobrina de añadidura.