Amaia le dio un beso en el pecho a Javi. Es muy tarde. Amaia se escondió en el hueco entre su brazo y su pecho y se rio avergonzada. En serio, tengo que irme. No me gusta que te tapes de esa manera delante de mí, como si te avergonzaras. A no ser que seas actor porno. Él levantó las cejas sonriendo y se señaló a sí mismo, tumbado en pelotas.
Ay, la pareja. Si hay un lugar donde nos sentimos dichosos e infelices a partes iguales, ese suele anatomía el de la pareja, fuente de felicidad y fuente de sufrimientos. Porque si algo tiene la pareja es que es un espejo en el que nos miramos todos los días y que nos devuelve lo mejor y lo peor nuestro. Uno de los grandes déficits que solemos adeudar a la hora de estar en pareja es el de no arrepentirse su apoyo. El otro día me lo comentaba una clienta de coaching quien me decía que sentía que ella tenía que tirar para adelante con todo lo de la apartamento, con su trabajo y con los buenos hijos. Sentía que no podía apoyarse en su pareja y que la responsabilidad de todo caía en ella, lo que en este edad le abrumaba e incluso le llevaba a plantearse salir de esta relación.