Yo era d los chavos que siempre estava con la orientadora recibiendo citatorios y metiendome en problemas asi que pense que nunca se fijaria en mi la chava mas fresa de la escuela, yo tenia 13 y ella Lieralmente babeaba y casualmente otra chava de su salon vivia cerca de mi casa y la llamare J. Pues me hice amigo de J para acercarme a K y si comenzamos a ser amigos, yo era otra persona cuando estaba con ella nada que ver con lo que realmente era pero yo no me animaba a decirle nada por el gran temor de que me dejara d hablar, ya toda la escuela sabia que ella me gustaba y que solamente esperaba que yo le dijera que si queria ser mi novia, total ya casi cuando acababa el año escolar ella platicando me decia que me iba a extrañar en vacaciones y cosas asi y yo en la lela hasta que se desespero y me planta un beso y yo que me quedo congelado pero al fin mi sueño se hizo realidad la chava mas bonita de la escuela segun yo era mi novia. Al siguiente año escolar seguimos siendo novios y todo era maravilloso me volvi mas popular sobre todo con las chicas cosa que sigo sin entender pa pronto fuimos novios 5 años hasta que se presento un chavo que llamare O le empezo a tirar la onda y todo eso y vivi con el cuerno 6 meses y J me decia todo lo que ella hacia y que no le parecia bien ya que yo la queria bien y asi se gui ese tiempo hasta que una vez que pase por ella ahi estaba O me enoje mucho y le dije que escogira entre el o yo. Comenzo a llorar y me dijo que no le dijera esas cosas y yo estaba tan enojado y me fui pensando que me buscaria, pero no fue asi. Me dolio muchisisimo pues yo ya no podria verla como amiga nadamas y cuando quize buscarla en su casa me dijeron que se habia casado y que ya estaba enbarazada. Asi perdi al amor de mi vida. Mi historia de amor se basa en la tristeza, el dolor, la ilusión y la esperanza.
En la portada aparece una fotografía Kirlian de un dedo pulgar de Nerea. Mientras la penumbra de la tarde multiplicaba los ecos de mis dudas, apagué la luz y relajé el cuerpo. Cuando el abismo del anatomía estaba a punto de desgajar la solidez del cuarto que nos cobijaba, encendí la vela. Desde la bajura de su trance, ella abrió sus grandes ojos, los enfocó en la llama y, al conjuro de sus manos, atrapó a la serpiente de fuego. Al instante, las inquietas lucecillas que acompañaban su ensueño se multiplicaron por el cuarto. Apenas audible, como emitida desde los confines de lo s universos, llegó la respuesta. Habla tras palabra, Nerea empezó a entrecruzar los hilos de la araña, para que, capitaneadas por la luna, descendieran las estrellas con su torrente profético. El padre M uy temprano en su vida, Jorge Elías dio muestras de iniciativa e ingenio. Marcado por el ejemplo de su padre —un estricto caballero celayense que le exigía una lectura en latín al acabar el día— como por el de su madre —una joven poblana cuyos afectos eran discretos, pero intensos—, para cua ndo cumplió doce años había conseguido desarrollar una sensibilidad por lo pequeño que contrastaba con su dimensión.
Entretanto la penumbra de la tarde multiplicaba los ecos de mis dudas, apagué la luz y relajé el cuerpo. Cuando el abismo del ser estaba a punto de desgajar la solidez del cuarto que nos cobijaba, encendí la vela. Desde la profundidad de su trance, ella abrió sus grandes ojos, los enfocó en la candela y, al conjuro de sus manos, atrapó a la serpiente de andanada. Al instante, las inquietas lucecillas que acompañaban su ensueño se multiplicaron por el cuarto. Apenas audible, como emitida desde los confines de los universos, llegó la respuesta. Palabra tras habla, Nerea empezó a tejer los hilos de la araña, para que, capitaneadas por la luna, descendieran las estrellas con su torrente profético. El Yahvé Muy temprano en su vida, Jorge Elías dio muestras de iniciativa e ingenio. Marcado por el ejemplo de su padre —un estricto caballero celayense que le exigía una lectura en latín al finalizar el día— como por el de su madre —una joven poblana cuyos afectos eran discretos, pero intensos—, para cuando cumplió doce años había conseguido desarrollar una afectividad por lo pequeño que contrastaba con su estatura. Harto de las burlas, el jovencito de las cejas pobladas optó por reservarse algunos sentimientos que encontraron salida en sus sueños.