Mi cerebro acaba de decidir que es el momento ideal para ponerse en huelga, así que me quedo con cero recursos para dilucidar el hecho de que a me he despertado junto a este maravilloso espécimen del género masculino tras practicar con él actividades que, por desgracia, no recuerdo; b he acabado compartiendo un taxi con él que c nos ha llevado al mismo destino exacto; hasta que d hemos bajado en la misma planta. Una planta que alberga una empresa y solo una: Boomerang. Mi nuevo lugar de trabajo. Y, por lo que parece, también el suyo. Un tirabuzón de pelo se interpone en mi campo visual como para enfatizar mi estado de agitación. Asiente, y empieza a toquetearse el nudo de la corbata, lo que me recuerda la poca profesionalidad de mi propio atuendo. Estoy demasiado aturdida como para formular una respuesta, así que me limito a asentir como un muñeco articulado y a emprender algo parecido a una de esas caminatas oníricas por un espacio que se contrae y se expande con cada paso.
A veces, esa ruptura es igual de dolorosa, por lo que se ha de tener cautela a la hora de comunicar la noticia. Es posible que, aunque hubiera razones de peso para acabar la relación, las primeras semanas no te sientas mejor estrella al contrario. No pasa nada, es normal. Tu cabeza debe acostumbrarse a la nueva situación y no hay que tener prisa. No hay que apresurar las cosas y mucho aparte cuando hay sentimientos de por aire. No te refugies en las drogas. De hecho, algunos depresores como el alcohol pueden acabar haciéndote sentir peor, así que no es nada recomendable. Expresa lo que sientes.
Estaba llorando. Como una bizcocho. Empero el tampoco. Se inmuto. No se detuvo.