Siempre, hasta ahora. Es mi alma la que me dicta estos sentimientos, en voz alta, para llegar a ti. Intento sustituirlas por silencios y en cada una de ellas enviarte una caricia. No puedo fingir que no te he visto. En este momento estamos unidos. Tus ojos recorren cada una de mis palabras y yo quiero entregarte en ellas todas las inmensas sensaciones que despiertas en mi cuerpo cuando estoy contigo. Es como una fuerza misteriosa que no sabe por dónde salir y lo hace a través de mis manos, de mis dedos.
Empero con Clara era distinta, me sentía escuchado. Las cosas que tenía para decir eran muy interesantes, y tenía tal elocuencia que no se hacían pesadas. Empezamos a quedar de tiempo en cuando. Y como suele dar con las personas que quedan, terminamos por liarnos un par de veces, aunque mayormente bajo el influjo de unos vinos y unas cervezas, por lo que aquellas primeras veces no son memorables. Era algo en lo que insistí. Me sentía muy perfectamente con ella, y aunque había sido divertido, quería poder disfrutarla en toda la extensión e la palabra. Disfrutar con ella y de ella sin anda de por medio. Es entonces cuando aprendería cómo hablarle sucio a una mujer como Clara.
Época de raza labrador, blanco, de pies a cabeza, igualito que el perrito del anuncio Scottex. Yo me desviví por ese animal, y jugaba con él todos los días. De tiempo en cuando yo fingía ser una enfermera y él mi paciente. Fue ahí cuando empezó mi vocación.
Vamos, un globo. Sobre el guión. Han sido preguntados estos tres hombres. Los manuales.