Y si te duele lo que digo, te sugiero que te avientes a un pozo con tu novio, el mariposo, el escuincle caguengue y baboso que a mi vieja me bajó, me bajo por los chescos y luego me abandonó, que primero me pedía que me viniera y ahora quiere que me vaya, vaya, vaya. Que cosas tiene la vida, mi vida, porque no te suicidas, que si sigues coge y coge te vas a morir de SIDA. A ese mundo con el que soñaste, donde seguro que a todos engañaste. Y si te late y te late cortar porque no te cortas las venas y con esto apenas, la puedes librar.
Saqué la cajetilla y le di un cigarrillo. Se mosqueó. Saqué el mechero, se inclinó y le di fuego. Le echó una calada al cigarrillo y después me respondió: -Esas no son cosas tuyas, pero no, no me marcó nadie. No se escandalizó por la oferta indecente.
Empero sigue, al parecer hay cobertura y,… me gusta leerte. Me acabo de dar cuenta de que tienes la misma boca que mi tía cuando era joven, las mismas caderas marcadas y el mismo pecho fatalmente abultado. Ella estaba enamorada perdidamente de él pero la dejó por otra. Mi tía nunca se casó. Ahora, con ochenta años, me habla una y otra vez del torero, del beata Madrid de aquella época y de sus largos viajes. Ayer tan solo había un grupo de extranjeros con traje oscuro y que, con toda probabilidad, estaban allí porque un guía de viajes astuto les habló de la historia que encerraba el Chicote y de que era visita obligada. Empecé a acariciarte el culo, subí por la cintura y toqué tus pechos sobre la ropa interior. Subimos la Gran Vía abrazados como dos adolescentes hasta llegar al hotel.
Consiste en comenzar. A masajearse mutuamente de forma erótica empero sin agenciárselas la excitación venéreo. Es como un. Caracol, si lo buscas directamente, se esconde, empero si lo tientas de cara sucinta puede salir de su escondite con plena energía, responde.