Recibir un texto o una foto subidita de tono puede ser excitante, divertido y a veces… incómodo. El sexting y las aplicaciones efímeras Snapchat o Whatsapp entre otras han revolucionado los nuevos códigos del cibersexo. Claro que las cosas han evolucionado del típico «estoy en la bañera pensando en ese masaje que me debes…» a las fotos o vídeos picarones con los que muchas parejas encienden la llama de la pasión por la vía digital. Las aplicaciones son el nuevo código de seducción y tu smartphone el nuevo juguete erótico. Pero no tiene el mismo valor ni la misma finalidad si lo recibes después de haber pasado una agradable tarde de complicidad o después de varias semanas de relación. El silencio… incómodo Si este tipo de mensaje ha instalado una sensación de frío entre vosotros siempre puedes optar por hacer silencio lo que se conoce como ghosting. Pero dejarle sin respuesta después de este tipo de iniciativa, puede herirle. Cambia de conversación de forma sutil y utiliza tus mensajes de textos para mantener ese clima de complicidad que hay entre ambos. Entrar en el juego Si os divierte, o incluso os pica la curiosidad, entonces responde sin dar rodeos y deja hablar a tu creatividad sexual… Si lo deseas puedes incluso probar a enviarle un selfie sexy.
No me habla pero me mira las historias. Les pasó a varias de mis amigas. No niego ni afirmo haber pronunciado esa frase también. En esta nota te lo develo. Hay una persona que quiso irse de tu vida o incluso nunca quiso entrar. Pero en el ciberespacio parece estar interesada en vos, ya que no se pierde de ninguno de tus contenidos. Y no solo los ve, sino que lo hace justo después de que lo subas. Siempre figura en el primer lugar en la lista de visualizaciones.
Grupo La Silla Rota. Cuando llegué al Airbnb, en Brooklyn, lo que en realidad hallé fue al pensé entonces chico de mis sueños: un otomano de 34 años, con hermosas manos, dientes perfectos, lindas pestañas, ojitos coquetos y todo un estuche de monerías, pues era buen cocinero, lindo, caballeresco, amable y muy gracioso. Pasaría varios días en su departamento y de inmediato me sentí en confianza. No hubo uno solo en que no me enviara mensaje o me llamara. Entonces me di cuenta de que a veces estamos tan urgidos de cariño que cualquier palabra bonita nos emociona. Es demasiado perfecto para anatomía verdad. Y tenía razón Era óptimo y eso me hacía feliz, empero también me ponía a dudar abundante. Entonces pensé: Es demasiado perfecto para ser verdad. Y tenía razón.